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CREAR COMUNIDAD

  • Foto del escritor: Pablo Alarcon Molina
    Pablo Alarcon Molina
  • 20 dic 2019
  • 4 Min. de lectura


Mírame a los ojos, ¿qué ves? Conozco el sufrimiento humano, no soy ajeno a el. No sólo el sufrimiento que provoca las deficiencias económicas, si no también el sufrimiento que provocan las deficiencias emocionales, la falta de cariño, la soledad, la falta de comprensión, quizás este hablando de los sufrimientos más hondos del ser humano. Y, ¿qué tiene en común este sufrimiento? Pues a mi manera de entenderlo, que es inherente al ser humano. Cada uno lo afronta como puede, con los recursos que ha ido recogiendo en su camino, con los apoyos que ha ido recolectando y que la suerte le ha ido surtiendo y como último agarre, con la ayuda de la comunidad en la que ha caído. Este sufrimiento nos duele, nos hace heridas, algunas cicatrizan, otras nunca lo harán. Algunos aprenderán de el, otros no, algunos lo superarán y a otros les superará. Pero yo soy consciente de el, lo he mirado a los ojos y este me ha hablado. Me ha hablado de sus historias, ME HA HABLADO DE SU HISTORIA. La historia de Pavel, un hombre nacido en algún país de Centro Europa y que emigró a Rusia con su familia cuando era pequeño. Antes había trabajado en el campo y el alcohol formaba parte de su día a día. Perdió a su madre y calló preso. En una de esas cárceles rusas un funcionario de prisiones le soltó un perro durante una reyerta, acabó con media cara paralizada. También estuvo en cárceles españolas, decía que los funcionarios de prisiones españoles eran como profesores amables. O la historia de Hasnae, violada por su padre y criado su hijo por el mismo que la violó con la complicidad de toda la familia. Enganchada a la droga y con mal ojo para los hombres. El último que conoció también había sido maltratado por su padre y también maltrató a Hasnae. O la de José Manuel que jamás conoció a su padre y fue abandonado en repetidas ocasiones por su madre, hasta que en la última, no la volvió a ver y cómo aquellas navidades fueron las más duras de su vida. También conocí a Miguel Ángel, tenía su vida perfectamente estructurada, buen sueldo, mujer e hija. De vez en cuando se daba alguna fiesta, alcohol, cocaína, porros, todo en orden. Un buen día fue a buscar a su mujer al trabajo, estaba con otro hombre, no lo pudo asumir y para superarlo, las fiestas que eran de vez en cuando se convirtieron en rutina. Historias de dolor y sufrimiento, pero también de fortalezas y superación. Cicatrices de una vida, algunas de ellas imperceptibles a simple vista, otras se pueden intuir físicamente para algunos, jamás se lo podrían imaginar otros. Estas vidas y muchas más, en España 47.000.000 de vidas más. De historias de dolor, de historias de fortalezas, de superación. En todas estas vidas hay una comunidad, una red de personas interrelacionadas que a veces ayudan sin darse cuenta, otras siendo plenamente conscientes de esa ayuda que prestan, a veces ignoran, conscientemente o inconscientemente. La suerte también tiene mucho que ver, el azar, nacer en una familia o en otra, nacer en una zona geográfica o en otra, conocer a unas personas o a otras. Somos responsables de nuestros actos. Legalmente hablando, somos responsables de nuestros actos cuando cumplimos 18 años. Pero no somos responsables de las circunstancias, no somos responsables de nuestros padres, no los elegimos, ni a nuestros hermanos, ni a nuestros maestros. Las sociedades evolucionan y tú no eliges el momento histórico que te toca, no puedes influir en él, o quizás si. Te equivocas muchas veces y tus equivocaciones tienen consecuencias, algunas graves, otras no tanto. Algunas te condicionan la vida y las vidas de tú alrededor. Como decía un sabio "muchos muertos merecen la vida y muchos vivos la muerte, no seré yo quién dirima sobre la vida de nadie". El abandono social no es la solución al sufrimiento. El sufrimiento no tiene soluciones, por mucho que te lo digan algunas personas, algunos libros, algunas películas, algunas canciones. El sufrimiento es parte de la condición humana, cuando naces, cuando mueres, cuando muere un ser prójimo, cuando te violan, cuando creces y te das cuenta que tu mejor amigo te ha fallado. El abandono social acrecienta ese sufrimiento, tratar a las personas con meras etiquetas, las deshumaniza, entonces ya no son humanos, ya no sufren, ya no nos importan. No nos molestamos en entender su sufrimiento, no le miramos a los ojos. La evolución de una sociedad se manifiesta por integrar al que se queda al margen, nos necesitamos, somos animales sociales. No somos meras palabras, una palabra no puede definir una vida, somos algo más y queramos o no, vivir en comunidad significa que estamos interrelacionados, ayudémonos. La ayuda que no necesitas hoy la puedes necesitar mañana, o igual tu hijo, o tu hermana, o tu vecino, ¿alguien está a salvo de sufrir? Crear redes de ayuda mutua, asociaciones de barrio, construir un tejido social fuerte, no habló de caridad, estoy hablando de construir comunidad, crecer juntos, evolucionar. Vivimos en la era de la comunicación e información, sin embargo, no debemos reducir la manera de relacionarnos a las nuevas tecnologías. Estas deben ser un complemento del cara a cara, del piel con piel. El contacto físico, el lenguaje no verbal, generan empatía, que no te lo cuenten, vívelo, experiméntalo. Debemos defender las relaciones sociales como si de una trinchera se tratara. Da igual tu raza, tu sexo, tu nombre, si tienes un papel u otro, la burocracia no me interesa, me interesan las personas. Esas personas que son capaces de lo mejor pero también de lo peor, "el hombre es un lobo para el hombre". Personas, cada una con su historia, una historia que te puede enseñar otra visión del mundo, si eres capaz de escucharla.

 
 
 

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